martes, 10 de marzo de 2009

EN VIDA HERMANO... EN VIDA: AMELIA KLATT DE RUGERI

Doña Amelia Aurelia Klatt, nació en la localidad de Bernasconi, en la provincia de LA PAMPA, el 5 de enero de 1917.
Fue la primera y única mujer de una joven pareja de inmigrantes que llegaron poco tiempo antes a este país de oportunidades, escapando de una economía europea de posguerra. Viviendo en el campo, aprendió de las duras labores rurales, más en los crudos inviernos de esa seca zona, como del cuidado de los hermanos que iban llegando. Estudia hasta que tiene edad para seguir el nivel secundario en la ciudad de Bahía Blanca, distante a unos 180 Kms. Teniendo que trabajar para pagar sus estudios conoce familias y personas que la ayudaron a que continúe estudiando en la conocida localidad de SAN MARTÍN (Puìggari) en la provincia de Entre Ríos. Se recibe de enfermera, siendo de una de las primeras promociones de este prestigioso sanatorio. Recibe a dios en el bautismo de la iglesia adventista, y, junto a la misma, comienza a trabajar en la provincia de Misiones, cerca de su ciudad capital, Posadas, aún cuando por la exuberantes selvas norteñas se encontraban grupos de nativos con sus ancestrales costumbres intactas.
Con una experiencia laboral en crecimiento, y ante la necesidad de enfermeras en el norte de la provincia de Santa Fe, comienza a trabajar en una sala de salud en la localidad de Lanteri, y ante un posterior ofrecimiento en un hospital zonal, llega a Villa Ocampo el 27 de mayo de 1950. Se encuentra con una localidad con calles de tierra, cruzada por el ferrocarril en su principal arteria de la actualidad, grandes espacios de terrenos “baldíos” en todas sus manzanas, y una población que en un trajinar continuo, le daba el marco propio de la época a nuestra ciudad.
Se presenta ante el Hospital y allí comienza inmediatamente su actividad en el área de la salud. Conoció y trabajó con personajes de nuestra historia como Don José Bonaglia, enfermero del hospital, los doctores Zamabrana, Esteban Galmarini, San Martín, Alonso, recibió la ayuda y la aceptación de familias como la de la señora Mari Facal de Casali, Yolanda Santoro, etc. etc.
Recibe del Señor Espina, dueño de la industria azucarera en ese momento, la oferta de trabajar en el dispensario del ingenio Arno, la conocida “SANITARIA”. Y fue con eso que no solo el trabajo de enfermera es lo que desarrollaba, también en parte médico, partera por naturaleza trayendo al mundo a muchos de los ciudadanos, convirtiéndose en “abuela”, como es nuestra costumbre de llamar a quien ayuda en los partos, de un sinnúmero de ocampenses.
No había horario, ni estado del tiempo, ni estación del año que se tenga en cuenta para acudir al llamado de alguna inyección, un nacimiento, algún herido o cuanta situación requería de una mano para una sutura, curación, suero, o lo que se necesite.
Se caminó muchos calles en barro, o en bicicleta, y cuando la industria ponía a su disposición un vehículo, oh felicidad, ¡cómo se aliviaba el trabajo en el conocido Jeep!.
¡¡Pobre Doña Amelia!! >No solo tenía que lidiar con su trabajo, sino también con ese cachorro que estaba criando. Para colmo inquieto, nervioso y malcriado como él solo. Ahh, pero era su “Pepito”, el que le daba luz a su vida y preocupaciones a sus vecinos.
Amante de Dios y de la Música, transmite a su hijo esos sentimientos, por lo que lo lleva a clases de piano, primero con la conocida Yuyi Miract y luego con Matilde Pezz, pero no solo alcanza con el gusto por este arte, por lo que debe reforzar las clases con algún tiròn de orejas, un cintito cariñoso, alguna escobadura ocasional por las canillas y lo peor, recorrer los eucaliptales a buscarlo en la bici, porque en vez de ir a piano se equivocò y fue a cazar pajaritos con los amigo.
Se jubila al tiempo que nace su ùnico nieto, en el año 1980. Desde entonces se fue alejando lentamente de su actividad de enfermera, primero, por no estar en hospitales y dispensarios, luego por razones de salud.
Hoy dìa la tenemos aùn, junto a sus 92 años recordando algunos de los pasajes de su vida activa como enfermera. Por todo ello, solo podemos decir como ella misma siempre decìa “AL TRABAJO HAY QUE HACERLO...NO??” Doña Amelia... tarea cumplida, gracias por ponerle amor y energía a lo hecho.

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